Antier, después de tres intentos fallidos debido a mi nuevo horario de trabajo, que sé cuándo comienza el día laboral pero no cuándo termina, logré ver una película sobre Freud, Jung y Spielrein que están proyectando en los cines de Caracas. La idea de verla fue de mi amada esposa y, como la enorme mayoría de sus ideas, fue acertada.
En esencia, la película trata sobre las relaciones del judío Freud y el ario protestante Jung, teniendo como hilo conductor las relaciones de Jung con una de sus pacientes, una rusa judía llamada Sabina Spielrein, a quien Jung no solamente curó, sino que la impulsó a cursar estudios de medicina, pasando de ser una paciente en estado psiquiátrico a convertirse en una brillante especialista en psicoanálisis, cofundadora de la primera escuela psicoanalítica del mundo, creada en la Moscú soviética.
Yo conocía de la existencia de Freud y Jung, algo sabía de sus teorías, pero como ando con el temita del nivel de egoísmo como variable de control del comportamiento de las personas, en particular, y de las sociedades, en general, después de ver la película me puse a pensar que Freud, al considerar la sexualidad casi como la quintaesencia del comportamiento humano, veía la sexualidad de la misma manera que yo veo el nivel de egoísmo, es decir, como una variable de control.
Jung consideraba que, además de las sexualidad, debían existir otras bisagras que movieran el mundo, y tenía toda la razón. Al decir esto daba por sentado que, indiscutiblemente, Freud había dado en un clavo importante, pero debían existir otros clavos. Yo estoy totalmente de acuerdo con Jung en ese aspecto, pero estoy convencido de que no son muchos los clavos.
En entradas anteriores yo proponía una hipótesis desarrollada con mi esposa de que "el comportamiento humano, en general, y el comportamiento político, en particular, dependen de muy pocas variables de control, una de las cuales (o quizás la única para el caso del comportamiento político) es el nivel de egoísmo de una persona, en particular, o de una sociedad, en general". En mi modesta opinión, en el marco de esta teoría, y después de ver la película, considero que ya son dos las variables de control del comportamiento humano: la sexualidad y el egoísmo.
PROPUESTA DE PROYECTO DE INVESTIGACIÓN. Elaborar los test estadísticos necesarios para determinar los niveles de sexualidad y de egoísmo de las personas (o las sociedades), y compararlos. Correlacionándolos se podría establecer la dependencia o la independencia de estas variables.
Bueno, a seguir buscando variables de control :)
....
Hice una pequeña pausa para leer en Wikipedia sobre Freud y, por supuesto, me surgieron nuevas ideas.
Freud habla de la pulsión del placer y de la muerte. Anteriormente yo había mencionado que, en mi opinión, existe un instinto que considero fundamental, que es el instinto de aprendizaje, el cual surge desde el momento mismo del primer amamantamiento. Decía yo que "el individuo siempre quiere aprender, porque aprender genera placer. Es como si el cerebro tuviera la 'tarea' de ser 'feliz'... Mientras no se tenga una respuesta, el cerebro no está 'feliz'. Los caminos para llegar a una respuesta pueden ser muy diferentes, optimistas o pesimistas, pero lo importante para el cerebro es obtener una respuesta, para sentir 'placer'." Si esto es correcto, entonces no existen tales pulsiones del placer y de la muerte, o sea, las pulsiones que menciona Freud serían algo así como epifenómenos, pues el único fenómeno que ocurre es el cerebro intentando desaforadamente obtener una respuesta.
Le comenté a mi esposa esa idea y, como siempre, ella dijo algo genial: el cerebro no tiene ética. Y, en efecto, en mi opinión, al cerebro no le importa en absoluto cómo llegar al fondo de la cuestión, es decir, una vez recibidos los datos exteriores, en las capas superiores del cerebro se genera una especie de "señal" que comienza a descender "cerebro adentro" aplicando la ley del mínimo esfuerzo, y en cuanto el cerebro "toca fondo", comienza a subir aplicando nuevamente la ley del mínimo esfuerzo, hasta llegar a las capas superiores y provocar la reacción de la persona.
En el marco de esta idea, la estructura neuronal del cerebro se puede ver como una entramada de callejones, calles y avenidas para el desplazamiento de la mencionada "señal" hacia abajo (para tratar de tocar fondo) y hacia arriba (para dar una respuesta). Y es importante aclarar que existen callejones, calles y avenidas unidireccionales, o sea, si bajamos por cierta calle quizás no podamos devolvernos por ella misma. También es importante aclarar que "tocar fondo" no significa llegar a las capas más inferiores del cerebro, sino llegar hasta el "final del camino", y esto puede ocurrir en las capas más altas del cerebro. Demás está decir que, seguramente, existen callejones sin salida... Estos callejones, calles y avenidas se van formando con el transcurso de la vida, y son precisamente las que definen el comportamiento humano. Estos callejones, calles y avenidas se manifiestan en forma de infinitos niveles de egoísmo de las personas, infinitos niveles de sexualidad de las personas... Abriendo o cerrando algunos de esos callejones, calles o avenidas podríamos cambiar el comportamiento humano. Por eso me encantó la frase de mi esposa de que el cerebro no tiene ética, porque opino que el cerebro se comporta precisamente como el procesador de una computadora: simplemente ejecuta su única tarea principal, que es hacer bajar y subir la "señal" cumpliendo la ley del mínimo esfuerzo.
CONJETURA (Tancredi-Peña). El cerebro animal está diseñado para realizar una única función: procesar las señales exteriores percibidas, comenzar el "descenso" desde las capas superiores (aplicando la ley del mínimo esfuerzo) hasta "tocar fondo", y luego comenzar el "ascenso" hasta las capas superiores (aplicando nuevamente la ley del mínimo esfuerzo) para provocar la reacción del individuo.
Si esta conjetura es cierta, entonces no existen tales pulsiones de placer o de muerte propuestas por Freud. Esto explicaría perfectamente por qué una misma situación puede importarle un bledo a una persona, mientras que a otra la llevaría al suicidio. También explicaría, por ejemplo, por qué en ciertas situaciones un instinto secundario puede sobreponerse sobre el instinto fundamental de supervivencia. En fin, el cerebro no tiene ética...
En esencia, la película trata sobre las relaciones del judío Freud y el ario protestante Jung, teniendo como hilo conductor las relaciones de Jung con una de sus pacientes, una rusa judía llamada Sabina Spielrein, a quien Jung no solamente curó, sino que la impulsó a cursar estudios de medicina, pasando de ser una paciente en estado psiquiátrico a convertirse en una brillante especialista en psicoanálisis, cofundadora de la primera escuela psicoanalítica del mundo, creada en la Moscú soviética.
Yo conocía de la existencia de Freud y Jung, algo sabía de sus teorías, pero como ando con el temita del nivel de egoísmo como variable de control del comportamiento de las personas, en particular, y de las sociedades, en general, después de ver la película me puse a pensar que Freud, al considerar la sexualidad casi como la quintaesencia del comportamiento humano, veía la sexualidad de la misma manera que yo veo el nivel de egoísmo, es decir, como una variable de control.
Jung consideraba que, además de las sexualidad, debían existir otras bisagras que movieran el mundo, y tenía toda la razón. Al decir esto daba por sentado que, indiscutiblemente, Freud había dado en un clavo importante, pero debían existir otros clavos. Yo estoy totalmente de acuerdo con Jung en ese aspecto, pero estoy convencido de que no son muchos los clavos.
En entradas anteriores yo proponía una hipótesis desarrollada con mi esposa de que "el comportamiento humano, en general, y el comportamiento político, en particular, dependen de muy pocas variables de control, una de las cuales (o quizás la única para el caso del comportamiento político) es el nivel de egoísmo de una persona, en particular, o de una sociedad, en general". En mi modesta opinión, en el marco de esta teoría, y después de ver la película, considero que ya son dos las variables de control del comportamiento humano: la sexualidad y el egoísmo.
PROPUESTA DE PROYECTO DE INVESTIGACIÓN. Elaborar los test estadísticos necesarios para determinar los niveles de sexualidad y de egoísmo de las personas (o las sociedades), y compararlos. Correlacionándolos se podría establecer la dependencia o la independencia de estas variables.
Bueno, a seguir buscando variables de control :)
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Hice una pequeña pausa para leer en Wikipedia sobre Freud y, por supuesto, me surgieron nuevas ideas.
Freud habla de la pulsión del placer y de la muerte. Anteriormente yo había mencionado que, en mi opinión, existe un instinto que considero fundamental, que es el instinto de aprendizaje, el cual surge desde el momento mismo del primer amamantamiento. Decía yo que "el individuo siempre quiere aprender, porque aprender genera placer. Es como si el cerebro tuviera la 'tarea' de ser 'feliz'... Mientras no se tenga una respuesta, el cerebro no está 'feliz'. Los caminos para llegar a una respuesta pueden ser muy diferentes, optimistas o pesimistas, pero lo importante para el cerebro es obtener una respuesta, para sentir 'placer'." Si esto es correcto, entonces no existen tales pulsiones del placer y de la muerte, o sea, las pulsiones que menciona Freud serían algo así como epifenómenos, pues el único fenómeno que ocurre es el cerebro intentando desaforadamente obtener una respuesta.
Le comenté a mi esposa esa idea y, como siempre, ella dijo algo genial: el cerebro no tiene ética. Y, en efecto, en mi opinión, al cerebro no le importa en absoluto cómo llegar al fondo de la cuestión, es decir, una vez recibidos los datos exteriores, en las capas superiores del cerebro se genera una especie de "señal" que comienza a descender "cerebro adentro" aplicando la ley del mínimo esfuerzo, y en cuanto el cerebro "toca fondo", comienza a subir aplicando nuevamente la ley del mínimo esfuerzo, hasta llegar a las capas superiores y provocar la reacción de la persona.
En el marco de esta idea, la estructura neuronal del cerebro se puede ver como una entramada de callejones, calles y avenidas para el desplazamiento de la mencionada "señal" hacia abajo (para tratar de tocar fondo) y hacia arriba (para dar una respuesta). Y es importante aclarar que existen callejones, calles y avenidas unidireccionales, o sea, si bajamos por cierta calle quizás no podamos devolvernos por ella misma. También es importante aclarar que "tocar fondo" no significa llegar a las capas más inferiores del cerebro, sino llegar hasta el "final del camino", y esto puede ocurrir en las capas más altas del cerebro. Demás está decir que, seguramente, existen callejones sin salida... Estos callejones, calles y avenidas se van formando con el transcurso de la vida, y son precisamente las que definen el comportamiento humano. Estos callejones, calles y avenidas se manifiestan en forma de infinitos niveles de egoísmo de las personas, infinitos niveles de sexualidad de las personas... Abriendo o cerrando algunos de esos callejones, calles o avenidas podríamos cambiar el comportamiento humano. Por eso me encantó la frase de mi esposa de que el cerebro no tiene ética, porque opino que el cerebro se comporta precisamente como el procesador de una computadora: simplemente ejecuta su única tarea principal, que es hacer bajar y subir la "señal" cumpliendo la ley del mínimo esfuerzo.
CONJETURA (Tancredi-Peña). El cerebro animal está diseñado para realizar una única función: procesar las señales exteriores percibidas, comenzar el "descenso" desde las capas superiores (aplicando la ley del mínimo esfuerzo) hasta "tocar fondo", y luego comenzar el "ascenso" hasta las capas superiores (aplicando nuevamente la ley del mínimo esfuerzo) para provocar la reacción del individuo.
Si esta conjetura es cierta, entonces no existen tales pulsiones de placer o de muerte propuestas por Freud. Esto explicaría perfectamente por qué una misma situación puede importarle un bledo a una persona, mientras que a otra la llevaría al suicidio. También explicaría, por ejemplo, por qué en ciertas situaciones un instinto secundario puede sobreponerse sobre el instinto fundamental de supervivencia. En fin, el cerebro no tiene ética...
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